Relajación

   ¿Cuántas veces te levantas por la mañana sintiéndote irritado y malhumorado? A pesar de haber disfrutado de ocho horas de sueño, ¿no quieres en muchas ocasiones dormir algo más y odias tener que levantarte? ¿Por qué sucede esto? La tensión es algo que experimentamos constantemente cada día de la vida. Hemos de manejar varias cosas a la vez, trabajamos bajo tensión, vivimos bajo tensión, e incluso amamos bajo tensión. En la mayoría de las ocasiones utilizamos tranquilizantes y fármacos similares como un escape a la tensión acumulada. Sin embargo, los tranquilizantes no ofrecen ninguna ayuda real porque no cambian actitudes. De esta forma, el problema que provoca la tensión se queda sin resolver.

    Existen tres clases de tensión: Física, Neuromuscular y Mental. Sin embargo, como la mente y el cuerpo están íntimamente conectados, inevitablemente un tipo de tensión conduce a la otra. La tensión física puede ser el resultado de un trabajo prolongado, como consecuencia los músculos se contraen y los nervios que controlan los músculos también se endurecen. Finalmente decanta en un estado en donde los músculos están tensos. Todo esto afecta a que la mente se vuelva inquieta y agitada. En este punto la relajación se hace extremadamente necesaria.

    Hay ciertas respuestas hacia la tensión que son generales: sacudidas de los nervios faciales (tics), sudor de las manos, chasquear los dedos, palpitaciones, hormigueos en el estómago, respiración agitada, urgencia para orinar o evacuar, temblor de los miembros, conversación sin sentido, movimientos continuos de los dedos y brazos, etc. La tensión puede afectar al rendimiento del ser humano gravemente. Si uno se encuentra nervioso cuando algo le sale mal, comete más errores aún, por el contrario una persona relajada puede pensar con claridad y lógica, analizar dónde se encuentran los fallos y corregirlos.

 

Savasana (Postura del cadáver)

     Después de realizar algunas posturas conviene descansar. El objetivo es restablecer el equilibrio muscular tan pronto como sea posible a través de la relajación o, más exáctamente, descanso consciente después de trabajo consciente. Cuanto más perfecto es el esfuerzo, más perfecta es la relajación. Pocos comprenden el arte de la relajación; no se debe confundir relajación con inercia o tumbarse perezosamente de cualquier manera o no hacer nada. Los antiguos Yoguis recomiendan esta práctica porque proporciona la mayor cantidad de fuerza renovada en el mínimo tiempo. Incluso más que el sueño, la relajación bien hecha es el principio vital del descanso que rápidamente recupera los centros nerviosos, reúne las fuerzas dispersas y revigoriza todo el cuerpo.

    Se recomienda su práctica cuando existe fatiga física o agitación mental. Se puede realizar la relajación en la postura del cadáver de forma total o zonal. La relajación zonal consiste en realizarla por zonas, es decir, poner atención en cada una de las 16 zonas sensitivas del cuerpo conocidas como "marmasthanani" o "zonas vitales", retirando de ellas la atención consciente siguiendo el siguiente orden: dedos del pie; tobillos; rodillas; muslos; manos y brazos; ano y zona urogenital; ombligo; estomago, corazón, hombros y garganta; labios; punta de la nariz; ojos; entrecejo; frente; resto de la cabeza y cerebro. La relajación total consiste en concentrarse en la entrada y salida del aire a través de la nariz. De esta forma, se retira el estímulo nervioso de todas las partes del cuerpo de forma simultanea en vez de por partes como en la relajación zonal.

    Lo que es importante en la relajación es que la conciencia del cuerpo físico debe ir disminuyendo hasta desaparecer totalmente.

    Puede ayudar al principio incorporar, de forma semi-subconsciente, la respiración diafrágmica profunda y rítmica durante los primeros momentos de la relajación total.

    Cuando ha sido bien coordinada, la respiración profunda proporciona los efectos sedantes de la relajación de los nervios y, por lo tanto, de los músculos.